El regreso

Vuelves intentado no mirar atrás, intentando tener la mente limpia para el presente. Entras a casa y recuerdas momentos, respiras hondo y sigues adelante.

Acabas de llegar pero ya preparas la salida para marcharte cuanto antes porque ya no puedes seguir ahí porque aunque no quieras debes (estás obligado) a abandonar ese sitio que hasta ahora había sido tu hogar. Y mientras empaquetas tus cosas dudas de aquellas palabras … «No hay que vivir de los recuerdos» pero aquello que guardaba en las cajas no son recuerdos son sentimientos, son vivencias que en algún momento estuvieron presentes y que se sintieron muy fuerte, que eran sinceras, que eran alegría, que eran vida, ¿y qué ocurrió?, ¿ya no existen?. Cuando hablamos de recuerdos buenos y bonitos, de personas que aún existen, ¿por qué olvidarlos?, ¿qué sentido tiene?, ¿por qué no luchar por ello?. Muchas respuestas me venían a la cabeza… puede que todo se apagó en su momento por dar pasos erróneos, porque los sentimientos no eran sinceros o simplemente porque nada es para siempre.

Una cosa solo estaba clara, es que pasara lo que pasara y lo que pasaría en el futuro, en estos momentos se encontraba solo consigo mismo y sus pensamientos. Teniendo que aprender a convivir con el pasado para sobrevivir en el presente y así poder vivir en el futuro, fiel a sus sentimientos y sus principios.

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